Una tarde un anciano caminaba junto a dos de sus nietos, el
mas chico contaba con unos cinco años y el otro tendría siete o quizás un poco
mas. El anciano trababa de caminar lo mas rápido que podía para así mantener un
ritmo acorde al de los chicuelos, pero se le hacia ya casi imposible. Por lo
que pude observar, era un anciano de unos setenta años con anteojos donde ya el
reumatismo, la artrosis y el desgaste en las articulaciones y la vista no
lo favorecían, todo esto sin tomar en cuenta el corazón recrecido, el
hígado graso, la insuficiencia renal, inflación de próstata y otros que
posiblemente los médicos aún no ha podido detectar en exámenes
rutinarios.
De hecho fué que con su dificultad para andar, sus nietos
regresaban a tomarlo por las manos para tratar de arrastrarlo y de una vez
llegar a su destino, que por la hora, seria el parque de diversiones que
recientemente llegó a la ciudad o posiblemente al McDonald que está cerca de
las inmediaciones. En medio de la escena que vi, creo que no trascurrieron más
de 3 minutos, tiempo durante el cual pasaron por mi mente innumerables
historias de ese señor cuando fue niño, durante su adolescencia, cuando se hizo
hombre y posteriormente llegar a viejo. Una sonrisa incontenible me surgió a
saber que pase lo que pase ese destino es inevitable para todos.
Reflexionando, pude darme cuenta que tenemos que disfrutar
cada segundo de esta corta vida que Dios nos ha dado, tenemos que hacer
realidad cada uno de nuestros sueños y hacer sentir a todas esas personas que están
a nuestro lado que son especiales y lo que significan en nuestras vidas antes
de que sea demasiado tarde.
"De nada vale simplemente estar o pasar por la vida sin
dejar nada a aquellos que vienen detrás de nosotros".
AOR
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